
El arte de desayunar lento (aunque tengas poco tiempo)
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Sabemos cómo va la mañana: suena el despertador, apuras cinco minutos más, corres a la ducha, y acabas saliendo casi sin desayunar. Pero… ¿y si te dijéramos que puedes desayunar con calma aunque tengas poco tiempo? No hablamos de sentarte media hora a la mesa (ojalá), sino de convertir esos minutos en un pequeño momento para ti.
No hace falta levantarse antes. Hace falta cambiar el chip.
El desayuno no es solo comida
Es fácil pensar que el desayuno es lo que comes o bebes. Pero en realidad es mucho más: es cómo te tratas al empezar el día. Un desayuno lento no siempre es largo. Es estar presente. Es tomarte ese café sin mirar el móvil. Es usar una taza que te gusta. Es no comer de pie en la cocina mientras revisas correos.
Puede que solo tengas diez minutos, pero si los haces tuyos, ya estás desayunando lento.
Cómo hacerlo real (sin complicarte la vida)
Aquí van algunas ideas sencillas que puedes aplicar ya, sin cambiar toda tu rutina:
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Prepara lo básico la noche anterior: si tienes el pan cortado, la cafetera lista o la mesa medio puesta, te ahorras varios minutos que puedes usar para disfrutar.
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Elige una taza que te encante: sí, parece un detalle sin importancia, pero no lo es. Tomar café en una taza que te gusta cambia el humor. Te hace bajar revoluciones. Por eso en Tazzeri cuidamos tanto las formas y los acabados.
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Respira antes de empezar: aunque suene a tópico, funciona. Un respiro consciente antes de desayunar cambia cómo te sienta todo lo que viene después.
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Desconecta un segundo: no hace falta poner música zen, basta con no revisar el móvil durante cinco minutos. Solo tú, tu desayuno y el silencio (o lo que suene en casa).
Desayunar lento no es un lujo
Es una forma de tratarte bien, incluso cuando el día va a mil por hora. No necesitas una cocina de revista ni una mañana de domingo. Solo una taza que te acompañe, una tostada bien hecha, y ese momento contigo mismo antes de que empiece el ruido.
Porque desayunar lento, aunque tengas prisa, es una declaración de intenciones. Y tu taza puede ser el recordatorio perfecto de eso.