Café solo, pero bien acompañado
Share
Hay días que te levantas y no te apetece hablar con nadie. No porque estés enfadado, simplemente no estás para socializar. Lo único que quieres es tu café. Caliente, fuerte y sin muchas vueltas. Y sí, solo. Pero eso no significa que estés mal.
A veces, ese momento contigo mismo es justo lo que necesitas.
El valor de una pausa sin ruido
No todo el mundo entiende lo importante que puede ser sentarse cinco minutos con una taza en la mano y no hacer nada más. Ni mirar el móvil, ni revisar el correo, ni escuchar un pódcast. Solo sentarte y tomar café.
No es productividad. No es un hábito de mejora personal. Es simplemente parar. Estar. Y eso, en muchos días, ya es bastante.
Tu taza también importa
Podrías usar cualquier taza, claro. Pero hay una con la que ese momento funciona mejor. Porque la has elegido tú. Porque te resulta cómoda. Porque te gusta cómo se siente en las manos. Porque te acompaña desde hace tiempo.
No es casualidad. Aunque no sea perfecta, aunque tenga un borde un poco irregular, la sigues eligiendo. Y eso dice mucho.
El café también es compañía
Aunque estés solo, ese café no está solo. Te acompaña en tu ritmo, en tus pensamientos, en tu cocina medio en silencio. Puede parecer poco, pero a veces es más que suficiente.
No hace falta llenar cada momento con algo. A veces, dejarlo tal cual está es justo lo que hace que funcione.
Una forma de empezar el día sin exigencias
No necesitas convertir el desayuno en un ritual espectacular ni publicar tu taza en redes. Basta con que te sirva. Que te siente bien. Que te dé un respiro antes de salir a la calle o abrir el portátil.
Ese café solo no es tan solo, si te acompaña como tiene que hacerlo.