
¿Café de especialidad en casa? Sí, y sin complicarte la vida
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Vale, vamos a ser sinceros: el café que te ponen en tu cafetería favorita tiene algo especial. Huele mejor, sabe mejor y hasta parece que sienta mejor. Pero eso no significa que en casa no puedas prepararte uno casi igual de rico… sin volverte loco, sin gastar una fortuna y sin hacer un curso de barista.
Aquí van unos trucos sencillos (y realistas) para que tu café de cada mañana no tenga nada que envidiar al de ese sitio con muebles de madera reciclada y playlist de jazz suave.
Empieza por el café, claro
Puede parecer obvio, pero muchas veces lo que falla no es cómo lo preparas, sino qué café usas. Busca uno de especialidad, de esos que te indican de dónde viene, qué variedad es y cómo se ha tostado. No hace falta que sea el más caro del mundo, solo que tenga un poco de mimo detrás.
¿Molido o en grano? Si puedes, compra en grano y muele justo antes de preparar. El cambio en el aroma es inmediato. Si no, elige un molido fresco y guárdalo bien cerrado, lejos de la humedad y la luz.
No necesitas una cafetera carísima
Olvídate de las máquinas de 500 euros. Con una prensa francesa o una V60 puedes hacer un café increíble. ¿Prefieres espresso? Hay cafeteras italianas de toda la vida que siguen funcionando como un reloj.
Eso sí: usa agua buena (sí, la del grifo está bien si no sabe raro), controla la temperatura (entre 90 y 95 ºC está bien) y no te pases con la cantidad. Aquí menos es más.
Elige bien la taza
Esto no es postureo: la taza influye. Una taza demasiado fina se enfría rápido. Una muy gruesa puede robarle calor al café. Busca una que se adapte bien a tu mano, que conserve bien el calor y, sobre todo, que te guste. Si te saca una sonrisa al verla, esa es.
En Tazzeri diseñamos tazas justo pensando en eso: en que acompañen tus mañanas, no solo que decoren una estantería.
Acompáñalo como si fuera sábado
Un café de especialidad se disfruta más si lo acompañas con algo sencillo pero rico: pan tostado con aceite, una tostada de aguacate, una galleta casera… o nada, si eres de los que solo toma café. Pero date el gusto de servirlo bonito, con calma. Como si tu cocina fuese tu propia cafetería.
Tu momento, a tu manera
No se trata de imitar al barista de tu barrio, sino de crear tu propio ritual. Uno que puedas repetir cada mañana y que te haga empezar el día con ganas. Poner música suave, tomarte dos minutos más en la cocina, usar tu taza favorita… son detalles que cambian el humor.
Porque un buen café en casa no es cuestión de técnica. Es cuestión de cariño.